martes, 8 de octubre de 2013

Lampedusa y la manida política de mirar a otro lado.

Este suceso, no por dramático e indescriptible, dejaba de ser del todo predecible.
Pero ni la llamada de atención del mismísimo Santo Padre desde ese mismo escenario consiguió algún tipo de medida internacional.
Al final siempre es lo mismo, las medidas se toman después de las tragedias, al igual que los reconocimientos y premios rara vez se otorgan en vida.
Y la cuestión es: alguien debe asumir la responsabilidad de lo ocurrido, y cuando hablo por alguien no me refiero solo a los dirigentes (es obvio que las responsabilidades deben ser pedidas en función de la capacidad y del cargo de la persona) también hago hincapié en nuestra responsabilidad, en la responsabilidad de todos nosotros, de toda la sociedad que tenemos la dudosa y muy desarrollada habilidad de mirar a otro lado no vaya a ser que lo que veamos no nos guste; a
esta capacidad hay que unirle la tan manida capacidad de echarnos las manos a la cabeza y clamar justicia cuando las catástrofes suceden.



Pues bien, ahora toca preguntarnos que ha sucedido, "despotricar" contra las autoridades italianas, pedir responsabilidades... Y también obviar la situación en nuestro propio territorio: en las islas Canarias los centros de menores inmigrantes están desbordados y no tienen capacidad para albergar el número de inmigrantes que ahora mismo cobijan; la inmigración no ha descendido y las medidas impuestas no funcionan (al menos como deberían)...

Nosotros podemos seguir mirando para otro lado; aplicando la "ley" de a mí nunca me va a pasar, aquí no va a suceder.. Tal vez la situación no sea tan extrema como en Lampedusa, pero lo que está claro es que no es ni mucho menos la óptima.

Dejemos de mirar a otro lado aunque no sea más fácil, aunque resulte duro asumamos la realidad que nos rodea y tomemos las medidas oportunas para que no sea necesario lamentarnos después.

Por una vez la expresión "la venda antes que la herida" está totalmente justificada.